Wednesday, September 9, 2009

El sepulcro de Fernán Pérez de Andrade

San Francisco de Betanzos, a pesar de todas las agresiones que ha padecido en su dilatada historia, sigue estando considerado como el panteón funerario de la Galicia medieval. Y la joya de esta colección de sepulcros no es otra que el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, o Bo, el “caualeiro que fezo este moesteiro”. El Señor de Andrade- aún no Condes de Andrade- Fernán Pérez de Andrade se hizo construir en vida su sepulcro para dejar prueba de su poder y riqueza. Este sepulcro funda la moda de los enterramientos de vulto exento ya que hasta la fecha se ponían adosados a los muros. También se asiste a la aparición del yacente completamente armado, con arnés de guerra y de a caballo. El simbolismo religioso atribuido en esta época a la armadura no sería razón suficiente para la elección de la misma como mortaja figurada. En un mundo que conoció también, a su escala, una vertiginosa carrera armamentista, la nueva nobleza enriqueña no pudo sustraerse al deseo de inmortalizar su status con las nuevas armaduras de acero a las que debía su promoción.

El sepulcro de Fernán Pérez de Andrade -convertido ya en el señor más poderoso de Galicia gracias a las mercedes enriqueñas- resulta revolucionario en lo que a iconografía se refiere. Este personaje concibió su monumento con un programa iconográfico complejo, inspirándose en ejemplares portugueses e introdujo, de este modo, importantes innovaciones en la escultura funeraria gallega. Unas, como la concepción litúrgica del yacente y el esquema del testero de la yacija -blasón sostenido por tenantes- gozaron de gran éxito posterior; sin embargo, los temas venatorios del costado de la urna y los relieves de la que vino a ser su capilla funeraria -la capilla mayor de San Francisco de Betanzos- se singularizan como excepciones en el panorama gallego.

Las innovaciones iconográficas de este sepulcro parecen, sin embargo, transparentar un intento de formulación en imágenes de ciertos valores característicos de la alta nobleza anterior. Ya don Pedro de Castro "el de la guerra" (1345) ordenaba en su testamento de 1337 que cuando lo enterrasen -en el monasterio cisterciense de Sobrado- le pusiesen una de sus espadas guarnecidas y unas espuelas, en señal de que había sido caballero. Siguiendo su ejemplo, Fernán Pérez de Andrade insiste en su epitafio en ser recordado como "cavaleiro" y protector de la Iglesia - "fezo este moesteiro"-, lo que tendría un innovador correlato escultórico en la cubierta -yacente armado, con espada y espuelas, de "tradición litúrgica"-; y los relieves cinegéticos de la yacija y de la capilla mayor nos remiten valores como haber sido "Bon fidalgo e verdadeiro, gran cazador e monteiro". Resulta, pues, significativa la determinación o asunción de la imagen caballeresca que la iconografía refleja. Se puede decir, entonces, que tras su novedosa apariencia formal, el sepulcro deja traslucir la intención del destinatario de ser representado como encarnación de las virtudes de la antigua nobleza, que le conferirían cierto carácter ejemplar (el impacto de lo novedoso redundaría en lo ejemplar): la casa de Andrade pretende erigirse, en efecto, como nueva pauta moral. Incluso el sobrenombre del personaje "O Boo" -el Bueno- es significativo en este aspecto.

Todo este conjunto se apoya en otro entronque a la mitología tradicional del terruño, como es sostener todo el conjunto en dos animales devenidos en totémicos para la Casa de Andrade pero con hechura que imita a altares votivos prerromanos: el oso y el jabalí, relatos mitológicos sobre el bien el mal y el guardián del mundo de los muertos en los arcanos célticos.

Can Oleo. Palma de Mallorca

La conocida como Can Oleo de Palma de Mallorca es conocida por su escalera gótica. La casa, que hunde sus raíces en el siglo XIII según se puede rastrear documentalmente y se concluye de la disposición de su patio, albergará después de su rehabilitación la sede de la UIB en Palma. Esta casa perteneció en el siglo XV a la familia de los Thomàs, caballeros corsarios de la corona aragonesa. Tras pasar por diversas manos llegó a las manos del médico Francesc Oleo a principios del siglo XIX. Después pasó a ser la sede de la Academia Histórica Lulliana hasta su venta en 1976 al Ministerio de Eduación, acelerándose desde entoces el proceso de degradación del inmueble, que ha conservado su patio medieval paradigmático del gótico civil balear.

La escalinata se compone de diez paneles que aguantan el pasamanos, decorados con rosetones góticos basados en tan sólo dos modelos distintos y trazados con compás y escuadra. También es característica su rueda de campanas gótica, formada por ocho campanas que suenan al girar, con la característica de que la composición cuenta con un significado esotérico.

La crisis de la construcción se suma al cúmulo de vicisitudes que se ha ensañado con este casal del siglo XV, futuro rectorado de la UIB. Monserrat Casas, la actual rectora, apuntaba en el inicio de curso 2008/2009 a la apertura de Can Oleo como uno de los retos del año académico. Lo cierto es que la obra se encuentra parada y nada se sabe del futuro inmediato de la reforma de esta casa monumental de la calle Almudaina de la capital balear. La restauración diseñada por los arquitectos Pere y Marina Nicolau se planificó en 11 meses. El COFIU (Consorci per al Foment d' Infraestructures Universitàries), no obstante, retrasó su licitación por discrepancias de Patrimonio con el rediseño arquitectónico. No fue hasta marzo de 2006, cinco años después del concurso, cuando esta reforma de 2,2 millones de euros echó a andar. Ocho años y tres rectores después desde que el rector Llorenç Huguet pisará en 2000 el patio por primera vez, todo sigue igual de puertas a fuera. Aunque estructura y fachada parecen asentadas, el telón de andamios resiste a levantarse. Con los precedentes habidos resulta aventurado especular cuándo y qué depararán.
Esta casal de 2.200 metros cuadrados amenazaba ruina ya en los 70, lo que motivó su compra por el Ministerio de Educación. Años más tarde (1982) Cort haría lo propio con el edificio enfrentado de Can Bordils. Este último, por contra, lleva años operativo. Con Nadal Batle como rector Can Oleo pasa a manos de la UIB con la intención de disponer de un espacio hábil en el centro de Palma. El arquitecto Pere Nicolau gana el concurso convocado por la UIB en 2001. Entre distintas diferencias internas, en diciembre de 2005 se desprendió un balcón. Tres meses después arrancan las obras, paralizadas ahora por la crisis del ladrillo.

Ventanales

En la arquitectura gótica la reducción de la estructura sustentante al mínimo imprescindible permitió abrir grandes huecos en los muros de las fachadas. Los artistas de la época pudieron dar rienda suelta a su imaginación creando un arte desconocido hasta la fecha.
Las ventanas del periodo de transición suelen ser como las románicas de arco apuntado. Pero luego se ostenta el verdadero ventanal gótico amplio y decorado en su parte superior con hermosos calados de piedra, los cuales se forman de rosetoncillos combinados, siempre sostenidos por columnillas o parteluces. En el siglo XIV se complica la tracería multiplicándose los rosetoncitos y adelantando ya el XV se combinan las líneas formando curvas serpenteantes constituyendo el calado flamígero.
Una cosa parecida se observa en los grandes rosetones que se colocan en lo alto de las fachadas: al principio, toman la forma radiante y sencilla aunque en iglesias suntuosas es algo más complicada. Se multiplican los adornos de la rosa en el siglo XIV y en el XV llega a ser la tracería un verdadero laberinto de curvas enlazadas. No faltan en todas las épocas sin embargo ventanas menores de traza más sencilla y pequeños aljimeces. Ventanas y rosetones suelen cerrarse con magníficas vidrieras polícromas e historiadas donde a su modo se ejercita el arte pictórico monumental ya que apenas le dejan espacio para su desarrollo los escasos lienzos de pared que median entre los referidos vanos en las iglesias suntuosas. Pero en las más humildes se sustituyen las vidrieras por láminas de piedra translúcida y aun tal vez por encerados.